Nos fuimos a Italia.
Tres ciudades. Pisa, Florencia e Italia...
Nos aventuramos a descubrir la historia tallada y pintada, sintiendo a cada paso, que algo manetía vivo el espíritu de tiempos pasados.
Algo majestuoso.
Y nosotros, simples pasajeros del tiempo, observando cómo los años no hacían más que magnificar las obras que desde cada rincón nos hacían guiños.
Piedra tallada, madera pintada, lienzos atemporales, adoquines, mármol, cobre, bronce, cristal, sudor, lágrimas y años, muerte y vida, atrapados en el ámbar del recuerdo.
Y miles de turistas corriendo como hormigas... Saciando la sed del quererlo todo rápido... mirando... sin ver.... Rapiñando el pasado.
Nos situamos a un lado de esa corriente salvaje y nos dejamos llevar por un ritmo más suave, más contenido y acompasamos nuestros pasos a los latidos del corazón del observador, que maravillado se sienta frenta a un cuadro y se deja llevar, sin noción del tiempo, por los trazos de pincel, y los golpes de cincel.
Haciendo de cada momento un silencio y un recuerdo, un viaje a otro lugar en el tiempo.
lunes, enero 10, 2011
El juicio final y el Infierno...
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